Frases: Todo lo inesperado - Morgan Matson
Aclaración: Las frases a continuación, son propiedad de la respectiva autora. No mias.
- Y,
cuando todo acabó, papá me abrazó y me prometió que ya estaba y que nunca más
tendría que pasar por algo así.
- Miraré
hacia el otro extremo de una habitación, la gente se apartará y allí estará él…
y lo sabré.
- Ahora
esperaba tener aquello que había crecido viendo: creía que el amor sería así.
Esperaba que los chicos se plantaran frente a su casa con radiocasetes en alto
y dieran discursos sobre lo que más les gustaba de ella
- Yo
había tratado de explicarle, una y otra vez, que el romance en la vida real no
se parecía al de las películas, ni deberías querer que fuera igual. Que, en
realidad, lo único que necesitabas era un tío con el que te encantara pasar el
rato, alguien a quien se le diera de miedo besar y con quien divertirte.
- Nuestra
situación era lo que una vez le oí a Peter describir como «destrucción mutua
asegurada». Sabíamos demasiado el uno del otro y ambos teníamos demasiado que
perder para que ninguno de los dos dijera nada.
- El
corazón empezó a martillearme contra el pecho, pero me obligué a seguir
mirándolo a los ojos mientras él apartaba un mechón de pelo que me caía sobre
la frente y luego se lo enrollaba en el dedo antes de colocármelo detrás de la
oreja.
- Noté
que tenía dos hoyuelos profundos, que parecían paréntesis alrededor de su sonrisa.
Me distrajeron muchísimo, así que me obligué a apartar la mirada de inmediato.
- Siempre
había estado allí, así que nunca le había prestado atención, no me había
percatado de que algún día podría desaparecer.
- Fue
como si las demás sonrisas que me había dedicado hasta ahora fueran burdas
imitaciones.
- Nos
quedamos mirando durante el transcurso de un largo latido, ambos sonriendo
todavía, y comprendí que debía salir de allí antes de que ese bonito momento se
volviera incómodo.
- Noté
su palma fresca contra la mía y, cuando sus dedos me rodearon la mano, sentí
que algo me recorría el cuerpo. No fue una chispa ni un escalofrío ni nada que
hubiera oído descrito en cursis canciones de amor. Se parecía más a cuando
alguien te toca en una zona cerca de donde tienes cosquillas, esa clase de
percepción agudizada. Como si nunca me hubiera dado cuenta de que mis dedos
tenían tantas terminaciones nerviosas.
- Nos
envolvió un cómodo silencio: como si eso no fuera más que el principio. Como si
fuéramos a disponer de mucho más tiempo para hablar. Y, con esa idea rondándome
por la mente, me coloqué de costado y dejé que se me cerraran los ojos.
- Cuando
un chico te ha visto llevando su ropa, por no mencionar nada más despertarte,
estaba segura de que ya no necesitabas esforzarte tanto por impresionarlo con
tu indumentaria.
- Siguió
tocándome la mano y luego, milímetro a milímetro, curvó los dedos hasta
apoyarlos contra mi palma, rozándola apenas, con una caricia ligera como una
pluma. Entonces se desplazó hacia arriba, sobre la curva de mi pulgar, y
deslizó el índice por la cara interior de mi muñeca trazando un lento círculo.
Noté cómo me revoloteaba el pulso bajo sus dedos, y tuve que recordarme que
sabía respirar, que llevaba toda la vida haciéndolo. Y entonces nuestras palmas
se tocaron, perfectamente alineadas, aunque sentí que la suya era mucho más
grande que la mía y las puntas de sus dedos se curvaban sobre las de los míos.
- Me
estiré hacia él y nos quedamos así un segundo, sin besarnos, todavía no,
simplemente prolongando el momento previo, a un suspiro de distancia.
- Aquel
beso me hizo sentir como si nunca me hubieran besado como es debido.
- Durante
un instante, me planteé contarle cómo me sentía en realidad: como si las cosas
estuvieran escapando a mi control y lo único que supiera hacer fuera aferrarme
lo más fuerte posible, e intentar mantenerlo todo unido. Pero el momento pasó,
y me limité a sonreírle, aunque estaba segura de que no lo engañaba.
- Noté
lo dolido que estaba, que ni siquiera intentaba disimularlo, que no ocultaba
sus sentimientos y huía de ellos como yo.
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