Aclaración: Las frases a continuación, son de la propiedad de la autora señalada.
Los buenos personajes necesitan sufrimientos que les hagan fuertes.
Puedo haber crecido sin un padre, pero mi madre era mi mejor amiga y eso era lo suficientemente bueno para mí. La vida, en general, era lo suficientemente buena.
Desde que aprendí a le,er fue mi cosa favorita. Mamá me regaló libros por mi cumpleaños y Navidad —y algunas veces porque le apetecía— durante tanto tiempo, que se convirtió en una tradición.
—Hay gente por ahí que va a ser capaz de ver más allá de tus cicatrices a la chica que hay en el interior.
Ellamara y yo habíamos sido solo amigos anónimos por mensajes, pero la última vez que le había hablado, le pregunté su dirección para poder enviarle algo. Era un paso enorme en nuestra relación, pero me encontraba en un punto donde me animaba a correr el riesgo. Necesitaba más de ella. Necesitaba ser más para ella.
Ella no es sólo una chica. Es la chica. La única chica.
Ya el mundo parecía más brillante. La vida no era tan mala como lo había sido hace media hora. Mi soledad abrumadora se había ido. Todavía no había realmente una luz al final del túnel, pero al menos no estaba a solas en la oscuridad nunca más.
Cinder podría ser tan dulce cuando quería, pero esa no es la razón por la que esa pequeña confesión hizo que mi pecho se estrechara. Nadie me había querido a su alrededor desde mi accidente.
Oh, Ellamara. Tú eres la única chica en el mundo que nunca dice cosas que te gustan de mí. Por eso —aunque seas irritante, santurrona, obstinada y desagradable—, eres mi persona favorita en el mundo entero.
La lectura era una pasión que Cinder y yo compartíamos. Leíamos libros y los discutíamos todo el tiempo. Incluso antes habíamos decidido leer el mismo libro, al mismo tiempo, pero nunca habíamos leído uno juntos. Cinder tenía que saber lo mucho que significaba para mí.
Sólo necesitaba que me hicieras quedar bien al principio porque era un idiota inmaduro, pero ya no soy así. Ahora tengo a Ella, y no sólo me hará parecer más serio. Con ella, es real.
—Estoy feliz de que nos conociéramos —prometió—. Feliz de que el destino entrara e hiciera lo que yo no fui lo suficientemente valiente para hacer.
—Sonríe para la cámara, Ellamara —susurró—. Prometo que no morderé. —Pero incluso mientras lo prometía, sus dientes mordieron suavemente mi oreja.
—Sé que no reemplazaría todos los libros que perdiste, nada podría reemplazarlos, y no querría ni intentarlo, pero pensé que tal vez podrías comenzar una nueva colección. —Tragó nerviosamente, y añadió—: Conmigo.
Por alguna razón, sus nervios desaparecieron. Su expresión se suavizó en algo que hizo que mi corazón saltara dentro de mi pecho. La sonrisa en su rostro no era de diversión o de alegría; era algo más que eso. Era como si, de alguna manera, al decir no, hubiera hecho todos sus sueños realidad. —Pero de eso se trata —dijo—. Puedes dejarme hacer esto por ti. Cualquier otra chica me dejaría. Demonios, la mayoría de ellas esperarían que lo haga. Pero por ti, quiero hacerlo.
Levanté una ceja hacia Cinder y él sonrió tímidamente. —En mi defensa, sólo estuve con tantas chicas porque ninguna de ellas llegó a acercarse a la única persona que realmente quería. —Besó mi mano de nuevo—. Como el mundo pronto descubrirá.
Cuidadosamente, tomó mis dedos dañados y acarició la piel con cicatrices. Me puse rígida cuando recogió mi mano, pero no me alejé. Él era la primera persona además de mis doctores al que dejaba que tocara mis cicatrices. No sabía cómo sentirme respecto a eso. El momento fue una tortura —buena, pero a la vez mala. La sensación era increíble, pero me dolía el corazón.
La pasión lo abrumó e hizo chocar nuestras bocas en un beso digno del cine. Sus dedos se hundieron en mi pelo mientras su lengua se hacía íntima con la mía en un baile acalorado. Mis manos, descansando suavemente sobre su pecho, se elevaron de arriba abajo con su respiración salvaje. Su corazón golpeaba con fuerza debajo de mis palmas, y el mío golpeaba igual de fuerte.
El momento fue mágico. Un cuento de hadas. Y justo como un cuento de hadas, terminó demasiado pronto. El reloj en nuestra felicidad marcó las doce cuando un brillante destello explotó en nuestras caras. Le siguió una sucesión interminable de flashes y chillidos.
Brian sacudió su cabeza con furia. —¿Crees que hay alguna manera de que podamos retroceder después de hoy? No podemos, Ella. Pertenecemos al otro, y tú lo sabes.
Realmente éramos Cinder y Ella. Era la plebeya, y él un príncipe. Incluso si me amaba, con el tiempo tomaría la decisión que se esperaba de él, la noble elección, como tantas veces me dijo. Él escogería a Ratana. Quizás no sería Kaylee Summers, pero sería alguien famosa. Alguien hermosa. Alguien digna de él.
No es una fan que conocí a través de una organización de caridad. Su nombre es Ella, y es mi mejor amiga.
En este momento sólo existen dos tipos de mujeres en el mundo para mí, Kenneth: Ella y no Ella. Nunca seré capaz de fijarme en nadie aparte de ella, y ahora la he perdido de nuevo.
Los buenos personajes necesitan sufrimientos que les hagan fuertes.
Puedo haber crecido sin un padre, pero mi madre era mi mejor amiga y eso era lo suficientemente bueno para mí. La vida, en general, era lo suficientemente buena.
Desde que aprendí a le,er fue mi cosa favorita. Mamá me regaló libros por mi cumpleaños y Navidad —y algunas veces porque le apetecía— durante tanto tiempo, que se convirtió en una tradición.
—Hay gente por ahí que va a ser capaz de ver más allá de tus cicatrices a la chica que hay en el interior.
Ellamara y yo habíamos sido solo amigos anónimos por mensajes, pero la última vez que le había hablado, le pregunté su dirección para poder enviarle algo. Era un paso enorme en nuestra relación, pero me encontraba en un punto donde me animaba a correr el riesgo. Necesitaba más de ella. Necesitaba ser más para ella.
Ella no es sólo una chica. Es la chica. La única chica.
Ya el mundo parecía más brillante. La vida no era tan mala como lo había sido hace media hora. Mi soledad abrumadora se había ido. Todavía no había realmente una luz al final del túnel, pero al menos no estaba a solas en la oscuridad nunca más.
Cinder podría ser tan dulce cuando quería, pero esa no es la razón por la que esa pequeña confesión hizo que mi pecho se estrechara. Nadie me había querido a su alrededor desde mi accidente.
Oh, Ellamara. Tú eres la única chica en el mundo que nunca dice cosas que te gustan de mí. Por eso —aunque seas irritante, santurrona, obstinada y desagradable—, eres mi persona favorita en el mundo entero.
La lectura era una pasión que Cinder y yo compartíamos. Leíamos libros y los discutíamos todo el tiempo. Incluso antes habíamos decidido leer el mismo libro, al mismo tiempo, pero nunca habíamos leído uno juntos. Cinder tenía que saber lo mucho que significaba para mí.
Sólo necesitaba que me hicieras quedar bien al principio porque era un idiota inmaduro, pero ya no soy así. Ahora tengo a Ella, y no sólo me hará parecer más serio. Con ella, es real.
—Estoy feliz de que nos conociéramos —prometió—. Feliz de que el destino entrara e hiciera lo que yo no fui lo suficientemente valiente para hacer.
—Sonríe para la cámara, Ellamara —susurró—. Prometo que no morderé. —Pero incluso mientras lo prometía, sus dientes mordieron suavemente mi oreja.
—Sé que no reemplazaría todos los libros que perdiste, nada podría reemplazarlos, y no querría ni intentarlo, pero pensé que tal vez podrías comenzar una nueva colección. —Tragó nerviosamente, y añadió—: Conmigo.
Por alguna razón, sus nervios desaparecieron. Su expresión se suavizó en algo que hizo que mi corazón saltara dentro de mi pecho. La sonrisa en su rostro no era de diversión o de alegría; era algo más que eso. Era como si, de alguna manera, al decir no, hubiera hecho todos sus sueños realidad. —Pero de eso se trata —dijo—. Puedes dejarme hacer esto por ti. Cualquier otra chica me dejaría. Demonios, la mayoría de ellas esperarían que lo haga. Pero por ti, quiero hacerlo.
Levanté una ceja hacia Cinder y él sonrió tímidamente. —En mi defensa, sólo estuve con tantas chicas porque ninguna de ellas llegó a acercarse a la única persona que realmente quería. —Besó mi mano de nuevo—. Como el mundo pronto descubrirá.
Cuidadosamente, tomó mis dedos dañados y acarició la piel con cicatrices. Me puse rígida cuando recogió mi mano, pero no me alejé. Él era la primera persona además de mis doctores al que dejaba que tocara mis cicatrices. No sabía cómo sentirme respecto a eso. El momento fue una tortura —buena, pero a la vez mala. La sensación era increíble, pero me dolía el corazón.
La pasión lo abrumó e hizo chocar nuestras bocas en un beso digno del cine. Sus dedos se hundieron en mi pelo mientras su lengua se hacía íntima con la mía en un baile acalorado. Mis manos, descansando suavemente sobre su pecho, se elevaron de arriba abajo con su respiración salvaje. Su corazón golpeaba con fuerza debajo de mis palmas, y el mío golpeaba igual de fuerte.
El momento fue mágico. Un cuento de hadas. Y justo como un cuento de hadas, terminó demasiado pronto. El reloj en nuestra felicidad marcó las doce cuando un brillante destello explotó en nuestras caras. Le siguió una sucesión interminable de flashes y chillidos.
Brian sacudió su cabeza con furia. —¿Crees que hay alguna manera de que podamos retroceder después de hoy? No podemos, Ella. Pertenecemos al otro, y tú lo sabes.
Realmente éramos Cinder y Ella. Era la plebeya, y él un príncipe. Incluso si me amaba, con el tiempo tomaría la decisión que se esperaba de él, la noble elección, como tantas veces me dijo. Él escogería a Ratana. Quizás no sería Kaylee Summers, pero sería alguien famosa. Alguien hermosa. Alguien digna de él.
No es una fan que conocí a través de una organización de caridad. Su nombre es Ella, y es mi mejor amiga.
En este momento sólo existen dos tipos de mujeres en el mundo para mí, Kenneth: Ella y no Ella. Nunca seré capaz de fijarme en nadie aparte de ella, y ahora la he perdido de nuevo.
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